(Sin comentarios. -¿p'a qué?) -gracias, colegui, te debo una. [Cógete una cama plegable y pregunta por el último de la cola. No estará muy lejos, a unos cuatro o cinco kilómetros del principio. Na, un paseo. Después el acercamiento de vuelta ya es más sistemático. Estás tres o cuatro días en ese sitio y de golpe adelantas una posición. Igual en tres o cuatro siglos, te puedo invitar a la que te he dicho que te debía.
PD: Si por una de aquellas llegásemos a encontrarnos sobre el super de este pedrusco, te juro y perjuro que te invitaba a comer... Ahora, si, el pagar te tocaría a ti, puesto que yo soy el que te ha invitado. [Veis como es, después de proponerle un sablazo, continua sonriendo, riendo] No os he dicho que es la que más sabe de mí. (Que bien se lo pasa).
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