El capitán, en un paseo de revisión sobre la nave, llega a una estancia bajo la zona de flotación, en la que hay dos marineros con un mazo de goma golpeando las paredes del casco.
- El capitán:
¿Qué hacéis vosotros dos aquí en la proa del barco?.
Cada marinero golpeaba, las paredes del vértice que crea la proa, uno la derecha y otro la izquierda.
- Uno de los marineros:
Pues ya ve usted mi capitán golpeando los tapones de corcho que se han puesto para tapar los agujeros que ocasionó su última merluza, y no lo digo por la comida o cena de aquel día, que solo hubieron fideos y, como siempre, pescado, pero no era merluza.
- El capitán:
Ah si ya recuerdo, fué por un fallo de la brújula. Oye, ¿y no sería más practico poner sobre el tapón una lamina metálica sujeta con tornillos?.
- El marinero:
¡Uy, mi capitán pues es verdad!. Vamos a probarlo.
Los marineros, cogen una lámina de metal y le hacen un agujero en cada extremo. A continuación, posicionan la lámina en el lugar que ha de quedar. Cogen el taladro y empiezan a perforar el casco para poner los tornillos. Claro, lo taladran del todo y se hace otro agujero.
El capitán, rápidamente les dice:
Vale, vale. Ese método no sirve. Sigan haciéndolo como lo hacían. Y recuerde ponerle un taponcito al agujero nuevo. Y por favor no se ahoguen. No por nada, es que si ahogan ustedes, el barco va a pique y nos ahogamos todos. Lamento ser tan empático y filántropo, la vida ¿es como es o cómo te la cuentan?... tic, tac, tic, tac.
No hay comentarios:
Publicar un comentario