Tras chocar el barco contra un islote.
El capitán al vigía:
-Pero bueno, ¿no has visto el islote y que ibamos a chocarnos con él?.
El vigía: No, mi capitán, estaba distraído viendo a la tripulación unos detrás de otros, haciendo un montón de guarrerías. Como llevamos tanto tiempo en ultramar...
El capitán:
Bien, bueno pues baja aquí y explícamelo mejor.
El vigía:
-No, mi capitán que se la que me espera.
El capitán:
-Eso es rebelión.
El vigía:
-Será lo que usted quiera pero yo a cubierta no bajo.
El capitán al grumete:
-A ver grumete, sube al puesto de vigía y dile que baje.
El grumete sube hasta el puesto del vigía y al ratito vuelve a bajar. El grumete le dice al capitán:
-No, señor capitán, me ha dicho el vigía que no baja si no...
¿continuará?. (Lo cierto es que no lo se).
Bueno, va, no lo dejo tan en suspense. Al final del cuento, el vigía se convierte en gaviota y abandona el barco.
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