Adán a Eva: Que ganas tengo que venga el otoño para que se te caiga la hoja.
Eva respondió: ¿Para qué?, si cada año vienes desgastado por la manuela.
Adán contestó: No todo en el monte es orégano. Mira tus hijos que uno se ha cargado al otro y encima ha usado la quijada que iba a usar para el puchero. Además ha quedado tatuado como los que en el futuro pasarán por prisión.
Eva, trago saliva y le dijo: En lo quede de año desde el otoño, no duermo contigo. Lo haré en la cueva de los invitados, sola.
Adán pensó: (Tu misma. Ya te vendrán los picores de la primavera,... y como por ahora solo estamos los dos...).
Y dijo: Por cierto, la costilla que te presté, ¿me la vas a devolver?.
Eva: ¡Ni de coña!. Santa Rita Rita, lo que se da ya no se quita.
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