Estar, vivir en un mundo que ha desarrollado suficiente tecnología como para comunicarse dos personas situados en antípodas reciprocas sin magnitud temporal, o sea, como si estuviésemos comunicándonos sin apenas distancia física.
Y que, por vete a saber tu -es un decir-, resulta cada vez más difícil comunicarnos con el sentido común de transmitir información y no hacer ruidos con la voz o la pulsación de teclas, con la persona que tienes al lado o compartes algunos momentos en los lares que en un momento u otro habitamos.
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